Los equinodermos (Echinodermata)
son un filo de animales deuteróstomos, es decir, son aquellos en los cuales el
ano se forma en la zona del blastoporo o cerca de él en el embrión en
desarrollo y la boca se forma secundariamente en otro lugar. La palabra procede
del griego echinos (espinas), y derma (piel) incluyen las estrellas pluma y los
lirios de mar, las estrellas de mar, las estrellas frágiles, los erizos de mar
y los dólares de arena y los pepinos de
mar. (Bartl, G. 2007).
Los equinodermos son uno de los grupos con mayor relevancia ecológica en arrecifes rocosos o coralinos, tanto en aguas someras como en zonas abisales. Esto se debe a que son eslabones fundamentales de las redes tróficas al fungir como depredadores (tanto carnívoros como herbívoros), detritívoros y filtradores (Dinorah, M. 2008).
El tipo de alimentación de las
especies influye en la estructura comunitaria de los arrecifes y en la composición
de sus poblaciones. Se reconoce la importancia ecológica de los equinodermos
como holoturias y ofiuros recicladores, quienes al alimentarse de sedimento
transforman la materia orgánica y la hacen accesible a otros organismos; además,
oxigenan el sedimento (Dinorah, M. 2008).
En particular, las estrellas de mar
(asteroideos) son consideradas como depredadoras importantes en mares
tropicales y subtropicales, pues suelen ser nocivas para muchas especies de
moluscos y crustáceos de importancia comercial. Por otro lado, los erizos y
galletas de mar (equinoideos) controlan la biomasa de algas con sus actividades
herbívoras y producen bioerosion, ayudando al balance de 340 Aspectos
bioecológicos carbonatos en zonas arrecifales. Sin embargo, la bioerosion puede
tener efectos negativos en las comunidades arrecifales cuando las poblaciones
de erizos crecen de forma acelerada (Dinorah, M. 2008).